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Se trata de una de las zonas de producción vitivinícola más altas del mundo, lo que le brinda la denominación Vino de altura. Producto de alta calidad, muy concentrado y con un buen aporte de alcohol. 

 Los Valles Calchaquíes, que conforman una zona vitivinícola por excelencia a través de la ruta nacional 40 y la provincial 307, ofrecen cien kilómetros de majestuosos paisajes y exquisitas producciones en base a la vid.

Las plantaciones aquí se benefician gracias al clima frío en invierno, y caluroso y seco en verano. Por otro lado, la alta exposición al sol alrededor de 350 días al año, con mañanas soleadas y vientos permanentes de norte a sur, son los que brindan un crecimiento de las uvas sin igual.

Es imposible irse de Tucumán sin haber probado sus vinos que varían entre Torrontés, Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda, Syrah y Tannat, que crecen en sus suelos francos, permeables, limpios y profundos.

Desde Tafí del Valle hasta Tolombón, pasando por Los Zazos, Amaicha del Valle, Colalao del Valle y El Pichao, existen lugares por conocer para cualquier amante del vino que no quiera dejar de probar estos exquisitos varietales con sus cinco sentidos. 

Los Amaichas y Albarossa 

Una gran fortaleza de piedra que nos remonta a las antiguas construcciones se emplaza a 2.300 metros de altura en medio del paisaje solitario iluminado generosamente por Inti (el sol para la cultura de los pueblos originarios del lugar) en esta pequeña localidad que pocas veces al año recibe la lluvia. Imposible imaginar que esta obra magnífica que nos retrotrae al pasado pueda albergar a un proyecto agroindustrial con modernas maquinarias de producción vitivinícola en su interior.

La Bodega Comunitaria “Los Amaichas”, reconocida por ser la tercera bodega perteneciente a una comunidad originaria a nivel mundial, “es un emprendimiento colectivo de la comunidad indígena de Amaicha del Valle”, comienza el cacique y comisionado comunal Eduardo “Lalo” Nieva. “Se trata de un proyecto único por sus características que conjugan la economía social y solidaria pura. Nuestro vino se llama “Sumak Kawsay” (el buen vivir), a partir del autodesarrollo en equilibrio con la Madre Tierra, no tan solo a nivel material sino fundamentalmente a nivel espiritual.”, explica Nieva.

Seguimos camino por la ruta 40 y llegamos a una pequeña finca de familia italiana. Su nombre proviene de despertar temprano y ver las imponentes montañas fundidas en el cielo rojo del amanecer: “Albarossa”. 

La finca Albarossa comprende una bodega y un establecimiento hotelero boutique con nueve habitaciones y una gran piscina. Sin embargo, a pesar de la excelencia de la construcción y el amueblado, es imposible llegar y no dejarse sorprender también por el imponente paisaje que rodea a la casona. 

El vino que se produce allí se exporta hacia Europa, especialmente a Italia, donde el vino tucumano tuvo una muy buena respuesta. “Sobre todo el vino Torrontés, que se toma mucho allí”, comenta su propietario, Giacomo.

Chico Zossi y Río Arena

Siempre avanzando por la 40 llegamos hasta la localidad de Colalao del Valle, donde hay una casa pequeña y confortante, hogar de Francisco Baltazar Chico Zossi, la cuarta generación de esta familia que produce vinos en los Valles Calchaquíes. 

En este lugar los viñedos de uva torrontes, malbec y cabernet, fundamentalmente, se extienden por todo el terreno en frente del hogar, lo que da una sensación de amplitud al territorio. 

La propiedad también posee habitaciones sumamente cómodas y equipadas para pasar el día junto a una familia que solo sabe brindar hospitalidad. Un gran jardín y un quincho son los condimentos ideales para vivir una tarde de libertad y sosiego. Por otro lado, el lugar es propicio tanto para grandes como para chicos, ya que completan el lugar un tradicional juego de “sapo”, un metegol, columpios y cuatriciclos. 

En la localidad de El Bañado, llegando a Colalao del Valle y a cinco kilómetros de la Ciudad Sagrada de Los Quilmes, nos encontramos con una estancia rural en la que uno puede compartir junto con la naturaleza. “Río de Arena” es el nombre de la bodega y estancia de Roberto Carro, actual vicepresidente de la Cámara de Bodegas y Vinos del Tucumán.

El nombre del establecimiento proviene del Río Santa María, con el que la estancia limita al fondo, que a diferencia de los demás ríos de Sudamérica, corre zigzagueante de sur a norte enmarcado por majestuosos cerros en su cercanía. Dentro de este paisaje rural, las cabañas están construidas con materiales de la zona como el adobe, la piedra, la caña y los troncos. 

Sobre su actividad vitivinícola, Roberto expresa que forma parte de “un grupo de productores tucumanos que creamos esta cámara y nos asociamos para lograr el objetivo de posicionar al vino tucumano en el mercado. Actualmente tenemos 12 bodegas en funcionamiento con condiciones enológicas muy buenas.”, describe. 

“Río de Arena”, la última de las bodegas de este recorrido, es el lugar ideal para disfrutar de caminatas por los viñedos, conocer acerca del criadero de llamas y deleitarse con noches de fogón y guitarreada bajo las estrellas.

Más Información:

Oficina de Desarrollo Turístico del Ente Tucumán Turismo: 0381-4334600 - Int. 115 y 116.