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Sentarse en una antigua pulpería, bajo el sol serrano, para perder la vista en el caserío que se desparrama a los costados de un camino de tierra que va a hundirse a un valle de tapiz verde salpicado de roquedales. Mientras se

disfruta un café, se deja que la brisa que llega desde las alturas talladas magistralmente por la naturaleza haga levantar vuelo a la mente, la lleve lejos, más allá de ese horizonte armónico en su irregularidad.

Y es apenas una tarde que discurre en esa mesa de café, en algún lugar de Santa Rosa de Calamuchita, uno de esos valles encantados que hacen tan dotada a la provincia de Córdoba a la hora de elegir un destino para desconectarse de la vida diaria. Otra tarde (muchas, en realidad) puede transcurrir como el agua de los ríos cruza este secreto en las montañas que es puerta de entrada hacia parajes y pueblitos de una belleza minimalista, en un entorno gigantesco donde las quebradas son una promesa fascinante para quienes practiquen trekking, montañismo, escalamiento o mountain bike.

El Valle de Calamuchita está ubicado a 80 kilómetros al suroeste de la capital cordobesa, interconectada por las rutas provincial 5 y la nacional 36. Todo el viaje de un punto a otro es una excursión en sí mismo, con subidas y bajadas que en cada vaivén revelan un nuevo bosque, otro cerro, algún acantilado.

Este valle se encuentra dentro del departamento cordobés del mismo nombre: departamento de Calamuchita, y unas de sus localidades más grandes (todas turísticas) son Santa Rosa de Calamuchita y Villa General Belgrano, esta última célebre por su Fiesta de la Cerveza y su estilo arquitectónico centroeuropeo.

Pero en estas líneas nos ocuparemos de los pueblitos más pequeños. La recorrida puede comenzar por Los Reartes, a 22 kilómetros de Santa Rosa, un pueblito peatonal que quedó perdido en el tiempo, con edificios que datan del 1700 y una pulpería de interior húmedo y fresco, que despierta añoranzas por las experiencias vividas por otros en ese pasado de gauchos y matreros. Su evocación es la que dio pie para el comienzo de esta nota. El entorno, como se dijo, es de sierras suaves y oasis de río que se llevan toda ansiedad.

A unos 20 kilómetros de allí, se puede visitar Amboy, donde hay pinturas rupestres de la época de los comechingones (pueblo originario de la zona), cuyas huellas se ven también cerca del casco céntrico de Los Reartes en un reservorio de morteros de piedra.

Otro paraíso natural de la región es Villa Yacanto. Este pueblito en el que se pierde la señal de celular, pero se gana en paz, tranquilidad y en el hallazgo de paisajes inolvidables. En la senda que lleva al Champaquí –el cerro más alto de la zona, de casi 3.000 metros-, Villa Yacanto encandila con un cielo celeste inmaculado y aire balsámico. Ecoturismo, senderismo, pesca de truchas, travesías 4X4, mountain bike y natación en varios tramos del río El Durazno son algunas de las infinitas posibilidades que ofrece este lugar. El Río Grande, Puente Blanco y San Miguel de Los Ríos son otros de los parajes imperdibles de este bellísimo lugar.

La excursión al Champaquí es un plan que debe tratar de cumplirse. Es lo más imponente de las Sierras Grandes, el cordón de montañas que abriga al Valle de Calamuchita. Este cerro fue declarado la Segundan Maravilla de la provincia de Córdoba.

Desde Villa Yacanto se penetra en esas Sierras Grandes para descubrir paisajes únicos, con vistas cautivantes, aunque el camino al Cerro Los Linderos es el único acceso vehicular al Champaquí. Una ventaja innegable para quienes no tienen la preparación necesaria para semejante travesía. Una vez que el visitante llega a la cima de éste, se realiza una caminata de 700 metros que permite alcanzar el punto máximo de altura de las Sierras Grandes.

La belleza del entorno, la pureza del lugar y la abarcadora mirada que permite ver los Valles de Calamuchita y Traslasierra llaman a la mente a levantar otro vuelo como aquel que había iniciado desde la mesita del viejo café.