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Ahí está Neuquén, con sus riquezas fascinantes. Están las naturales, con las pinceladas de sus lagos, ríos y caminos. Y también, las patrimoniales. Ambas forman parte de tesoro maravilloso que vale la pena

descubrir en la Patagonia. Como San Martín de los Andes, donde se destaca Yuco, una playa de aguas turquesas y encantadora. Este paraíso se caracteriza por las rocas imponentes en medio de un manto de claro. Se trata de una península integrada de pequeñas playas enmarcadas por arrayanes, que año a año cautiva a gran cantidad de turistas.

Quienes viajen a Neuquén pueden encontrar postales similares en Villa La Angostura: hay lagos y ríos de aguas cristalinas inmersos en tupidos bosques y montañas. Una escenografía natural privilegiada que se encuentra protegida dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi.

Por la Ruta de los 7 Lagos, a orillas del Correntoso, asoma un paraje de antiguos pobladores, Quintupuray; una parada obligada para los viajeros que transitan las zonas cordilleranas. El lugar es paradisíaco, lleno de historia y cuenta con un camping para disfrutar la naturaleza impactante y las costas del lago rodeadas de montañas increíbles.

Cerca de allí está Villa Traful, donde se impone el Cerro Negro y Las Penitentes. Desde sus miradores pueden verse el lago y las figuras del volcán Lanín (del lado argentino) y el Villarrica (del chileno); así como también las cascadas y el Bosque Sumergido.

Para los amantes de la pesca, en Junín de los Andes están los ríos más importantes, entre ellos el Chuimehuin, conocido por pescadores de mosca de todo el mundo. Cada temporada, los expertos se reúnen para dar con especies como la trucha arco iris, marrón, fontinalis y salmón. Algunos de estos ríos y lagos cuentan con la vista del maravilloso volcán Lanín, siendo este lugar predilecto para la recreación en época veraniega.

Otro destino paradisíaco, en el centro oeste de la provincia, es el Paraje La Angostura, que une los bellísimos lagos Aluminé y Moquehue y donde está la reserva de la comunidad mapuche Puel. Posee cinco lagunas, bosques de araucarias, lengas y coihues que acompañan hermosas cascadas y desembocaduras de ríos y arroyos. Desde el lago se ve el impresionante cordón montañoso de la Bella Durmiente, conformado por los cerros Chenque Co, Colorado y Bella Durmiente.

El norte neuquino también es una región mística y privilegiada: altas montañas pintadas de blanco en sus cumbres, ríos y vertientes de aguas claras le dan un tono especial a los pequeños valles, donde se asientan poblaciones orgullosas de sus tradiciones y costumbres ancestrales.

Camino al Área Protegida Sistema Domuyo sobre la Ruta Provincial 43 se localiza el paraje La Matancilla, donde se pueden observar Los Bolillos: formaciones rocosas erosionadas por la acción del viento y la lluvia. Sus tonos rojizos y amarillos contrastan con el cajón del río Varvarco, destacándose el grupo Los Monjes por sus curiosas formas.

Además, resalta el mirador La Puntilla, considerado una puerta cósmica en la localidad de Las Ovejas. La cantidad de vistas de objetos no identificados por los lugareños convirtió al sitio en un portal de ingreso a lo desconocido sobre la Cordillera del Viento. Desde su pasarela se aprecia un escenario inigualable: el volcán Domuyo, el río Neuquén, Huinganco, Varvarco, el paraje Butalón Norte y el yacimiento de arte rupestre de Colomichicó.

Cerca de Zapala, por último, está ubicado el Regimiento de Infantería de Montaña 10 (primer Monumento Histórico Nacional de la Provincia). El conocido RIM 10 fue el primer asentamiento militar permanente en la región y uno de los primeros regimientos que tuvo la Nación. El 9 de julio de 1816 brindó custodia a la Casa de Tucumán durante la declaración de la Independencia.