Más allá de la belleza de sus playas, los destinos de la Costa Atlántica bonaerense sorprenden a los turistas con joyas arquitectónicas, casas de descanso de personajes históricos, hoteles de principios del siglo XX, relatos fundacionales y faros

emblemáticos. Tres Arroyos y Patagones proponen a los visitantes descubrir otros atractivos que se complementan a la perfección con el relax marítimo de sus balnearios.

FARO, VIVERO Y TÚNEL, LAS ATRACCIONES EN TRES ARROYOS

En este distrito, las las localidades de Claromecó, Reta y Orense no sólo deslumbran con las extensas playas donde el sol nace y se oculta en el mar, sino también con diversos atractivos para los viajeros. El faro de Claromecó, localizado a dos kilómetros del balneario, es el ícono del lugar: tiene 54 metros de altura, algo que lo convierte en el más alto de Sudamérica, y posee una escalera caracol de 278 escalones. En la base de esta torre de señalización se pueden observar los restos óseos de una ballena hallada en las costas locales hace treinta años.

La estación forestal Ingeniero Paolucci, más conocida como vivero dunícola, es otro de los sitios imperdibles de Claromecó. Con una superficie de 3.000 hectáreas, un 30% está cubierta de pinos, cipreses, álamos, eucaliptos y acacias. Además se puede disfrutar de una jornada diferente al aire libre con sinuosos caminos internos, sectores de recreación, juegos infantiles, fogones, cabalgatas, avistaje de aves o safaris fotográficos. El horario de visitas es de lunes a lunes durante todo el día. En el lugar no se puede acampar.

La huella de la familia Gesell también puede rastrearse en el barrio parque Dunamar. Ernesto Gesell, hermano del fundador de la ciudad homónima, fijó los médanos de esta zona costera y forestó el trazado con eucaliptos, álamos, pinos marítimos y tamariscos. Dunamar está separado del resto de la localidad por el arroyo Claromecó, es un barrio de casas pintorescas y jardines frondosos y coloridos.

Llegar a la playa a través de un túnel que pasa por debajo de un médano gigante es una aventura que sólo puede vivirse en la villa turística de Reta. Otra experiencia imperdible es percibir con todos los sentidos la desembocadura del Río Quequén Salado en el océano, donde la inmensidad, el silencio y los sonidos del agua son los protagonistas. En tanto, los fanáticos del mate podrán recorrer el museo de la Yerba Mate que se atesora más de mil envases de yerba.

PATAGONES Y SUS BELLEZAS AUSTRALES

Bahía San Blas, en el partido de Patagones, además de ser cuna de pescadores y de contar con las playas más sureñas de la Provincia, cuenta con un templo religioso moderno en el que cada detalle fue pensado con precisión por el arquitecto Félix Sluzki. Los Wassermann fueron la familia pionera en esta región y le dieron el impulso que necesitaba para su crecimiento. Trazaron las calles, fraccionaron y alambraron la isla Jabalí, llevaron ovejas, vacas, caballos y construyeron un puente para unir el continente con la tierra insular.

En 1932 Bruno decidió levantar una capilla en honor a su esposa Berta que falleció ese mismo año. El edificio se caracteriza por un estilo colonial clásico con sus tejados típicos a dos y a cuatro aguas. Tiene un campanario de doce metros y medio de altura en el que se advierten los primeros indicios del racionalismo en la arquitectura vernácula.

Esta nueva corriente también se observa en los esquineros de la torre diseñados con ochavas alisadas. En tanto que las aberturas verticales y el portal de hierro con paredes ciegas pertenecen al estilo bizantino. La capilla Wassermann se puede visitar todos los días de 10:00 a 18:00, y los sábados a las 11:00, y se realizan recorridos guiados.

El faro Segundo Barranca es otro monumento para descubrir. Comenzó a funcionar en junio de 1914 y es una estructura troncopiramidal de treinta y cuatro metros de alto, con garita y decorada con franjas blancas y negras.

Para visitarlo desde Bahía San Blas se accede por diferentes caminos: en 4 x 4 desde la Oficina de Informes Turísticos local hasta el faro hay treinta y dos kilómetros, y se ingresa por la playa. En cambio si el vehículo es de tracción simple se atraviesan caminos vecinales en los que se deben abrir y cerrar dieciséis tranqueras.