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Paisajes únicos que desbordan de belleza natural por donde se pose la mirada, tranquilidad y diversas historias para conocer. Puan y General Villegas, localidades bonaerenses que, a través de los años, honran a los primeros pobladores que trabajaron

la tierra e invitan a realizar una escapada durante este fin de semana largo. Aquí, un recorrido por los principales atractivos de ambos destinos.

Viaje a la historia y a la laguna

En 1964, la editorial EUDEBA le ofreció al reconocido artista Carlos Alonso que, a partir de los relatos del Comandante Prado, ilustrara el libro “La guerra al malón”. Para llevar a cabo su misión, Alonso decidió instalarse por un tiempo en General Villegas, se hospedó en la casa de sus amigos Tito y Antonio Carrizo, y en el paisaje pampeano encontró la inspiración para recrear ese hito histórico.

Cuando finalizó la obra, el pintor consideró que la colección debería permanecer en el lugar que la vio nacer: un grupo de vecinos decidió comprarla y donarla para la creación de un futuro museo. Así nació el Museo Municipal de Bellas Artes.

La institución resguarda la serie original del artista compuesta por cuarenta y cinco pinturas en tintas, acuarelas y técnicas mixtas, que ilustran con crudeza y expresividad las luchas entre pueblos originarios y criollos durante la Campaña del Desierto. Además, posee obras de Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Lino Enea Spilimbergo, Adolfo Bellocq, Juan Carlos de la Mota y otros autores contemporáneos. El lugar organiza visitas guiadas para disfrutar de exposiciones itinerantes y ofrece jornadas de café concerts, eventos de música al aire libre y talleres de arte.

Para quienes aman la naturaleza, este destino de la provincia de Buenos Aires tiene en su laguna un tesoro inigualable. El espejo de agua Santa Eleodora está ubicado a 35 kilómetros de Ameghino y a unos 450 de Capital Federal. Su fauna íctica rica en cantidad y variedad promete excelentes capturas y posibilita la pesca en diferentes modalidades: entre los juncales de la costa con las cañas, o a través de embarcaciones.

“Propicio para el avistaje de aves y capturar pejerreyes, el kayakismo se destaca como actividad deportiva y por eso somos sede de competencias en velocidad y de torneos nacionales y selectivos”, explica Sandra Heredia, directora de Deportes y Turismo a cargo de Cultura.

Turismo religioso y naturaleza

El municipio de Puan se encuentra ubicado al sudoeste bonaerense, muy cerca de la ciudad de Bahía Blanca. Su laguna de 700 hectáreas se caracteriza por la pesca del pejerrey, posee un maravilloso balneario con arboleda frondosa: es el centro de las actividades turísticas durante la temporada de verano.

En 2001, su isla de 49 hectáreas fue declarada Reserva Natural y Cultural de usos múltiples por su valor arqueológico, natural e histórico. A diario se realizan cruces en embarcaciones para realizar visitas guiadas, senderismo y avistaje de aves.

“Don Octavio Lavigne fue su último habitante. Llevó una vida bohemia como cuidador y encargado, escribió poemas en paquetes de yerba, entabló amistosas charlas con los jóvenes que se acercaban, colaboró en los hallazgos arqueológicos y ofreció su hospitalidad a quien lo necesitaba. Sus restos descansan allí”, relata Fernando Lema, coordinador del Área de Turismo local.

El ecosistema acuático de la isla es una verdadera explosión de vida en la inmensidad de la llanura pampeana. Frente a la zona balnearia se puede contemplar un geiser, surgente artificial de agua, que cumple dos funciones: la medioambiental de oxigenar el agua y la ornamental de embellecer el paisaje.

Construidos sobre dos cerros de la Paz y de la Fe, que pertenecen al cordón serrano de Sierra de la Ventana, el Monasterio Santa Clara de Asís y el Templo Mirador Millennium, complementan los atractivos principales del distrito con vistas inigualables.

El primero está habitado por hermanas de clausura y cuenta con una casa de retiros espirituales para hospedar hasta setenta personas. En el predio se encuentra la Porciúncula “Madre de la Misericordia”, réplica de la iglesia que existe en Asís, el Vía Crucis finalizado con Cristo en el sepulcro, y una cruz monumental de diecisiete metros de alto.

Sobre el cerro más alto, el Templo Mirador Millennium, inaugurado en el 2010, tiene como objetivo dar cuenta del Gran Jubileo del año 2000 de la era cristiana. Consiste en un minarete de veinte metros de altura, uno por cada siglo cristiano, y veinticuatro metros de diámetro que corresponden a las horas del día. La edificación incluye dos rampas caracol, una ascendente y otra descendente, que intentan reflejar las líneas arquitectónicas de toda la civilización, desde las mesopotámicas hasta las mesoamericanas, pasando por las incaicas.