Ciertos lugares inducen a un pensamiento lineal. Es el caso de Misiones. Basta mencionar esta provincia para pensar en las Cataratas del Iguazú. Por eso, en esta síntesis de los atractivos de este territorio dominado por el
agua, la selva y la tierra colorada se propone un ejercicio de pensamiento lateral que lleve a descubrir -aparte del mencionado- otros destinos no menos excitantes.
Como toda provincia, Misiones tiene en su capital uno de sus atractivos más variados. Una visita a Posadas, gran ciudad abalconada al río Paraná, debe incluir el recorrido por la Bajada Vieja, lugar histórico donde se forjó la actividad portuaria de los inicios; el Jardín botánico, el Parque de la Ciudad, la Catedral, el Mercado "La Placita" (en la Av. Roque Sáenz Peña), el Mercado del Puente y el paseo Bosetti (con su feria artesanal), entre otros lugares emblemáticos.
Además, en las aguas del Paraná se practican todo tipo de actividades náuticas como canotaje, paseos en lanchas, motos de agua y pesca. La isla del Medio es otro de sus atractivos, con viajes programados en lancha para poder disfrutar del sol, el verde y sus playas.
Para buscar un verde todavía más intenso, el Parque Nacional Iguazú es la opción. Allí están las célebres e imponentes Cataratas del Iguazú, una de las Siete Maravillas del Mundo. Son 275 saltos de agua que caen desde diversas alturas. La más alta, de 80 metros, es conocida como la Garganta del Diablo. Son dos kilómetros de saltos que transcurren a lo largo de acantilados e islotes, repartidos en una media luna que forma este accidente geográfico.
Pero el mismo impacto en el visitante provoca el entorno de estos saltos. Un contexto vegetal inigualable. La Selva Misionera… Se puede recorrerla a pie por senderos demarcados u optar por un pintoresco trencito, de combustión a gas, que parte desde el Centro del Visitante.
La Selva Misionera, propuesta como otra de las Maravillas del Mundo, atesora a la mitad de las especies de aves registradas en territorio argentino y la mayor diversidad de orquídeas del país, para citar sólo algunos ejemplos. Y preserva especies en peligro de extinción, como el yaguareté. El área es una “escuela” al aire libre donde niños y jóvenes pueden comprender las múltiples relaciones que existen entre los seres vivos.
La selva está conformada por árboles como el palmito, el palo rosa, los laureles y especies de cañas o tacuaras, cedro misionero, el lapacho, el timbó, el ybira-pitá, el pino Paraná o cury, el guatambú, el peteribí, el anchico, la palmera, el cedro maco, el incienso, el laurel blanco y el laurel negro, la cancharana, el rabo-itá, la maría preta, la mora blanca y el urunday, entre otras.
Para cerrar este recorrido, otro impedible: El Moconá, que significa “El que todo lo traga” en guaraní. Es uno de los grandes paisajes de Misiones. Se trata de una falla geológica, única de su tipo en el mundo, que surge en la confluencia de los ríos Yabotí, Pepirí Guazú, Uruguay, Serapio y Calixto. Esta falla provoca los Saltos del Moconá: un cañón de 3 kilómetros de largo que con caídas transversales de agua de hasta 25 metros de altura y una profundidad de 115 metros.