La actividad turística tiene fecha de regreso en la provincia de Buenos Aires. Volverá el próximo 1° de diciembre y continuará hasta el 4 de abril de 2021. Así quedó determinado en una resolución publicada en el Boletín Oficial
de este distrito. Bajo estrictos protocolos sanitarios, los visitantes podrán recorrer sus atractivos en la temporada de verano. Vale la pena, entonces, planear el viaje con tiempo y tener en cuenta estos 10 recomendados de la Costa Atlántica bonaerense.
PINAMAR. Hace tiempo que dejó de ser un destino turístico para pocos y se ha convertido en una propuesta cercana y amigable, con el balance exacto de tranquilidad y esparcimiento. La ciudad tiene para ofrecer dos exclusivos campos de golf, una amplia oferta gastronómica y actividades para intrépidos como kite surf, sandboard, beach polo, windsurf y travesías en 4x4 por las dunas.
CARILÓ. El bosque ejerce una mágica atracción sobre sus visitantes. Mar, médanos y una vegetación profusa y centenaria (pinos, cedros, acacias, cipreses) conviven en absoluta armonía a lo largo de los tres kilómetros de playas de esta reserva natural ideal para aventureros. El paisaje invita a las caminatas por senderos serpenteantes y al running, a la contemplación de infinidad de aves y de los colores que el sol regala al colarse entre las ramas de los árboles. Si bien ha crecido en su oferta comercial y gastronómica, el máximo atractivo de Cariló sigue siendo su entorno natural; aquel que soñó don Héctor Manuel Guerrero cuando decidió forestar la estancia con médano vivo que había heredado de su padre.
VILLA GESELL. La visita al Faro Querandí, ubicado 30 al sur del casco urbano, es un impostergable de las vacaciones en Villa Gesell, uno de los destinos más tradicionales de la Costa Atlántica bonaerense. Con sus 54 metros de altura y una escalera caracol interna de 276 escalones, la mole -rodeada de un bosque de coníferas- convoca a diario a cientos de curiosos que a bordo de modernos jeeps se lanzan a la aventura. Ya en la ciudad, la Avenida 3 marca el pulso de un destino con historia, que se mantiene viva en sitios como la Casa Museo de Carlos Gesell, la primera vivienda del fundador. Su tradicional paseo de artesanos es una salida ineludible de todos los veranos, a la que se sumó un interesante circuito de casas de té y cervecerías.
MAR DE LAS PAMPAS. Junto con Colonia Marina, Las Gaviotas y Mar Azul, Mar de las Pampas es uno de los secretos mejor guardados del partido de Villa Gesell. Esta localidad agreste y de andar cansino se adapta, como el trazado de sus calles, a lo que dicta la naturaleza. Cuenta con un único parador de playa y una oferta de actividades que va de las travesías en cuatriciclo y las caminatas, al sandboard y los paseos en bicicleta. La zona céntrica, con su área comercial a cielo abierto, reúne por las noches a aquellos que dedican el día a la contemplación del paisaje. La exclusiva oferta hotelera se complementa con servicios de spa y relax de gran categoría.
MAR DEL PLATA. La meca del turismo nacional en temporada de verano. A lo largo de sus 47 kilómetros de playas brinda arenas blancas, balnearios populares y otros menos concurridos, médanos, barrancas y acantilados. Además posee centros de entrenamiento de golf, equitación, surf y recorridos por los lugares de interés histórico, donde se puede observar la arquitectura y lo rastros de los fundadores. En Mar del Plata también se puede dedicar un tiempo para explorar las galerías de arte y museos.
MIRAMAR. El Bosque Energético, el casino, el muelle de pescadores y un campo de golf único en Sudamérica (cancha de 18 hoyos diseñada por Percy y Aubrey Boomer, con el estilo de los links escoceses) son sólo algunos de los atractivos de este destino con marcada personalidad. Comenzando, claro, por su perfil familiar, que le ha valido el cartel de La Ciudad de los Niños. Con “más bicicletas que habitantes”, todo en Miramar está pensado para agradar a los más pequeños: los parques y plazas, los lagos con botes a pedal, los paseos en pony y las actividades en casi medio centenar de paradores y balnearios.
NECOCHEA. Las grandes extensiones de arena son una característica saliente del paisaje necochense. Llegan a los 300 metros de ancho en algunas zonas de la costa, a lo largo de 72 kilómetros de frente marítimo. También el viento incesante y el suave declive de la pampa húmeda hasta perderse en el mar conforman un rasgo distintivo de la ciudad. El cercano puerto de Quequén es la alternativa ideal para un día sin playa, al igual que la visita al Puente Colgante Hipólito Yrigoyen, una obra de ingeniería civil de singular belleza. Muy cerca de la banquina de pescadores, el Paseo de Artesanos Caracoleros llama la atención de los curiosos. Un barco hundido frente a la costa en 2001 dio vida a un parque submarino que atrae a los amantes del buceo.
ORENSE. El crecimiento de este destino ha sido explosivo en los últimos años, pero no tanto como para alterar su natural parsimonia. Ubicado a 16 kilómetros de la localidad homónima, en el balneario Orense se vive entre dunas gigantescas y un mar tranquilo de aguas cálidas, con un menú de actividades como la pesca embarcada o desde la costa, variedad de deportes náuticos y un ambiente de relax garantizado. La desembocadura del río Quequén Salado en el mar creó una serie de barrancas y cascadas que cada tanto dejan ver restos arqueológicos. Los médanos 20 y 40, dunas forestadas por los primeros habitantes de la zona, regalan magníficas vistas del perfil costero a quienes se animen a escalarlas. A pocos kilómetros de allí, la laguna forestal Huinca-Loo, un espejo de agua de 140 hectáreas, es un santuario donde imperan los cisnes de cuello negro, garzas, flamencos y cigüeñas.
CLAROMECÓ. Arenas finas y aguas cálidas, ricas en yodo y hierro, son la carta de presentación de esta localidad del partido de Tres Arroyos, 271 kilómetros al sur de Mar del Plata. Conocida como el Paraíso de los Pescadores, en las costas de Claromecó reina la corvina negra, a la que cada año se le dedica uno de los eventos más importantes del país en materia de pesca deportiva. Pero no sólo de pesca vive Claromecó: remo, windsurf, canotaje y jet sky atraen a los amantes de la adrenalina. El faro, presencia infaltable en las postales de este balneario, se levanta a sólo dos kilómetros del casco urbano y con 60 metros es el segundo más alto de Sudamérica.
MONTE HERMOSO. El sol sale y pone sobre el mar en Monte Hermoso, cuya ubicación estratégica regala un clima ideal en verano (máximas de 26º) y aguas hasta cinco grados más cálidas que en otros balnearios más al norte, gracias a las corrientes marinas que bañan sus arenas. De infraestructura moderna pero sin lujos, cuenta con una buena oferta de actividades de playa a lo largo de sus 32 kilómetros de costa, con propuestas diferenciadas que van de la contemplación a la aventura, lo que lo convierte en un destino apto para toda la familia. Conocida por los lugareños como La Boca, la desembocadura del río Sauce Grande en el Atlántico, a 17 kilómetros de la ciudad, cobija una variada fauna que es posible descubrir en excursiones de avistaje o safari fotográfico que acceden al lugar en modernas 4x4.