Neuquén tiene una amplia diversidad de atractivos: valles multicolores, montañas nevadas, ríos rápidos y otros de menor caudal, lagos, aguas termales, plantas autóctonas, aves, dulces regionales y mucho más. A los
sitios conocidos, como San Martín de los Andes o Villa La Angostura, hay que sumarle otras localidades, incluidas en el llamado Corredor Norte de esta provincia. Son lugares más vírgenes, listos para ser descubiertos en estas vacaciones.
La primera escala de este viaje puede ser en Zapala, ubicada en el centro de Neuquén. Aunque es el lugar de paso obligado hacia grandes centros turísticos de la Patagonia, como Junín de los Andes y Bariloche, por la famosa Ruta de los Siete Lagos, la ciudad se encuentra en un área llena de intereses para los viajeros. Desde el punto de vista productivo, constituye un centro de acopio regional del sector agropecuario. La explotación de minerales no metalíferos es otra de las actividades de mayor importancia local.
Toda la zona del Corredor Norte Neuquino es ideal para realizar actividades en contacto con la naturaleza, como trekking, mountain bike, pesca deportiva, observación de aves y para los más aventureros rafting, kayac o montañismo.
Bautizada como “el Jardín del Neuquén”, Huinganco se recuesta sobre la ladera Oeste de la Cordillera del Viento. El significado del nombre de la localidad viene de las palabras mapuches Huingan (arbusto nativo) y Co (arroyo o agua). A los costados de la ruta pueden verse los pinos llamados “Ponderosa” (propios de la zona) y cipreses (plantados por el hombre).
Desde hace pocos años se comenzó a hablar de turismo en este lugar, que hoy cuenta con servicios de gas natural, agua potable, teléfono, Internet y red cloacal. Se accede por la ruta provincial 43, distante a 460 km de la capital neuquina. Huinganco cuenta con muchos atractivos culturales y naturales. La particularidad del lugar es que puede encontrarse una variedad paisajística que va desde los bosques comunales hasta los hielos eternos del volcán Domuyo.
Otra de las atracciones de Hiunganco es su vivero provincial, creado en la década del ’60, cuando la localidad sufría un gran éxodo poblacional y familias enteras emigraban en busca de mejores condiciones de vida. El vivero tiene servicio de carpintería, que fabrica muebles a pedido, lo que permite el máximo aprovechamiento de la materia prima para la obtención de productos artesanales de muy buena calidad. También se destaca el Museo Provincial del árbol y la madera, cuyo objetivo es preservar el patrimonio histórico, cultural, social y forestal de la localidad en particular y de la zona en general, ayudando a generar conciencia sobre la importancia de la actividad forestal de la región a través de campañas de difusión y promoción.
El viaje por este corredor incluye una visita al imponente volcán Domuyo, el más alto de la Patagonia. Está rodeado de un paisaje increíble, pero se recomienda el ascenso siempre con un lugareño. Mientras se sube por la ruta, suele ocurrir algo maravilloso: los trashumantes atraviesan el camino a caballo, arriando chivos, vacas y ovejas, en busca de pastos para alimentarse. Sólo hay que esperar los minutos que sean necesarios para que todos pasen. Perros de distintas razas dan mordiscones a los animales que pretenden salirse del grupo. ¿Quién los entrena para esa actividad? Nadie, simplemente pareciera que llevan en sus genes esta habilidad para acarrear al ganado.
Una experiencia única es bañarse en aguas termales agrestes cercanas al Domuyo. Es posible hacerlo en arroyos al aire libre, que están enclavados en valles a miles de metros sobre el nivel del mar. Tienen unas vistas inmejorables, ideales para caminar, o, simplemente, respirar aire puro.
Son muchas las opciones que poseen los visitantes del Corredor Norte: paseos en bicicletas todo terreno, cabalgatas, trekking, turismo arqueológico, safaris fotográficos e interpretación de la naturaleza. La zona norte también ofrece la posibilidad de degustar comidas típicas como los Piñones (fruto del árbol milenario, Araucaria o Pehuen, que identifica a Neuquén) o el Mote (trigo cocinado que se come en verano con agua y azucar), además de los quesos y panes caseros, y, por supuesto, los exquisitos chivitos asados.
La Bodega Secreto Patagónico, la más pequeña del valle, está emplazada en lo más alto de San Patricio del Chañar. Allí elaboran ediciones limitadas de vino de alta gama, teniendo en cuenta las cepas de mayor potencial enológico de la región: Malbec, Pinot Noir, Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay y Sauvignon Blanc.
Muy cerca de allí, por la ruta provincial 7, se encuentra la imponente Bodega Familia Schroeder, con sus 140 hectáreas, incluida dentro del nuevo polo viticultor del país. Durante su construcción, se hallaron huesos de un Tiranosaurio, que vivió hace 75 millones de años. Inspirados en el hallazgo, bautizaron “Saurus”, a su primera línea de vinos, que han sido reconocidos en distintos certámenes internacionales.
Recorrer estos escenarios es un privilegio que conecta con la energía contenida en la tierra de los dinosaurios y las culturas originarias.