Rodeada por la cordillera de los Andes y el río del que toma su nombre, Aluminé ofrece gran cantidad de opciones para quienes elijan visitarla durante todo el año. Su propuesta es amplia e incluye desde deportes de aguas
blancas hasta actividades recreativas y de contacto pleno con la naturaleza. Una naturaleza que allí se muestra pródiga en paisajes y posibilidades.
A 1.526 kilómetros de Buenos Aires y 326 de la capital neuquina, Aluminé forma parte del Corredor de los Lagos. Además, es el portal de acceso norte al Parque Nacional Lanín y habita en la senda de Huella Andina, por lo que resulta una opción ideal para los fanáticos del senderismo. A esas señas de identidad se suman otras dos de peso: es la capital nacional del kayak y paraíso de los pescadores.
Una alternativa interesante para conocer Aluminé y sus alrededores es visitarla en vehículo. Sólo de esa manera se puede obtener una visión privilegiada del volcán Lanín desde la Cuesta del Rahue, tras desviarse al oeste desde la mítica ruta nacional 40 hacia la ruta provincial 46. Si el día acompaña, se puede ver en lo alto la figura imponente del cóndor andino.
La pesca deportiva se impone en la región. Su práctica está reglamentada a nivel patagónico, requiere contar con el permiso correspondiente y se inicia en noviembre. Es una excusa ideal para conocer la ciudad y disfrutar del pique en ríos de montaña. La diversidad y calidad de los ambientes que se encuentran en la zona contribuyen a que existan diversas especies: Trucha Arco Iris, Marrón, Fontinalis o de Arroyo y Perca Criolla garantizan jornadas de actividad intensa. Las modalidades de pesca deportiva que es factible practicar aquí son: fly casting (pesca con mosca), spinning (pesca con cucharita desde la costa) o Trolling (pesca embarcado).
En cambio, si lo que se busca es adrenalina en el agua, el río Aluminé es ideal para la práctica del rafting. Sus aguas cristalinas chocan contra las rocas del cauce generando rápidos por los cuales se puede descender durante todo el año. El deshielo primaveral le aporta mayor caudal y lo torna desafiante: en el sector superior, llega a 3° y 4° más de dificultad.
El mismo río también es uno de los mejores de la Patagonia para la práctica del kayak. Con sus rápidos y dificultades en la navegación resulta apasionante para los audaces que buscan sumergirse en torbellinos de aguas heladas, deslizarse por corrientes suaves y sortear enormes rocas entre medio de los rápidos. En tanto, el río Ruca Choroy ofrece durante todo el año torrentes de agua únicos en el país y es apto para hacer rodeo, "acrobacias" con los kayaks.