La uva torrontés es la única variedad nacida en la Argentina y le da personalidad a un varietal de ascenso constante en los mercados internacionales. Un valor agregado de este sector que La Rioja busca potenciar con su
Ruta del Torrontés. El circuito enlaza los paisajes y la cultura gastronómica de la región con este vino originado en el país. Un vino blanco fino, muy frutado y a la vez seco.
El itinerario arranca en la capital provincial y avanza hacia el norte por la Ruta Nacional 75, bordeando la Sierra de Velasco por el este. En la localidad de Anillaco, conocida como la patria chica del ex presidente Carlos Menem, asoma la Bodega San Huberto. El emprendimiento tiene 240 hectáreas dedicadas a diferentes variedades de uva y elabora unas tres millones de botellas por año. Allí, el personal suele recibir a los turistas, haciendo apreciar -además del torrontés riojano- su malbec, su petit verdot y los distintos blends.
Al seguir rumbo al norte, ya en el departamento de Famatina, se encuentra la localidad de Chañarmuyo. En este lugar está la primera bodega que posee hospedaje dentro de la finca: la elegante posada de Chañarmuyo cuenta con capacidad para más de 20 visitantes. Este destino riojano se encuentra enclavado en el bellísimo valle del mismo nombre, con el cordón montañoso a sus espaldas y los troncos de las vides que se extienden en la falda. La posada, junto con las plantaciones y la bodega, hace una combinación imbatible.
Por su parte, Valle de La Puerta es otra de las bodegas con un circuito preparado para la atención de turistas: una visita comentada a la bodega y a los viñedos puede despejar dudas a visitantes aficionados y profesionales. Esta emprendimiento tiene su línea clásica varietales de torrontés, malbec, syrah y cabernet sauvignon, más las versiones gama alta, reserva y gran reserva.
En tanto, La Riojana es, por su capacidad productiva, la bodega más importante de la provincia. Se encuentra en Chilecito y funciona desde 1989 como cooperativa. Nuclea en su seno a más de 400 productores vitivinícolas y olivícolas (alrededor del 80% de la totalidad de los pequeños y medianos productores riojanos), y elabora más del 50% de la producción total de uva de La Rioja. Así destina un 80% de su producción al mercado interno.
El equipo de esta bodega tuvo un papel fundamental en el éxito actual del torrontés riojano. Hasta los años ‘90, este varietal era excesivamente frutal, con características salvajes tanto en boca como en nariz, que lo convertían en una opción poco estimada por lo cansadora. Eran vinos muy expresivos y empalagaban bastante. Pero la posibilidad de elaborar un fino elegante a partir de la única cepa argentina significaba un desafío tentador para La Riojana.
De esta manera, su equipo trabajó utilizando tecnologías modernas (prensado neumático, aplicación de frío, mejoras en el manejo del mosto) que perfeccionaron el vino. Las notas salvajes persistieron hasta que se aplicó biotecnología: la incorporación de una levadura de la zona que permitió una fermentación elegante sin que el vino pierda su aroma y su gusto. Es la levadura que utilizan hoy todas las bodegas de La Rioja para la elaboración del torrontés que lleva el sello provincial.
La Cámara de Bodegueros de la provincia agrupa unos 19 emprendimientos vitivinícolas y el desafío es que todos se integren a la Ruta del Torrontés Riojano. Visitarla significa asistir al posicionamiento de un corredor turístico que, probablemente, sea una de las referencias más sólidas del turismo enológico argentino.