El Noroeste es una de las regiones de la Argentina que resultan más atractivas para el turismo. Cerros coloridos, enormes valles, salinas descomunales y selvas tupidas conviven dentro de una geografía fabulosa. Además, los vestigios de las viejas etnias
precolombinas forman parte de una identidad cultural que no encuentra comparaciones en otros lugares del país. Aquí, cinco de las maravillas más importantes de esta zona.
1. QUEBRADA DE HUMAHUACA. Es, sin dudas, el principal atractivo turístico de esta región. Ubicado en la provincia de Jujuy, su punto de partida para recorrerlo es Purmamarca, un pequeño y pintoresco pueblo de poco más de dos mil habitantes que se caracteriza por sus calles empedradas, su arquitectura colonial y las muchas casas de adobe. Está ubicado a los pies del maravilloso Cerro de los Siete Colores. Desde Purmamarca se puede llegar a otros pueblos muy pintorescos como Maimará, Tilcara, Huacalera y Uquía, este último famoso por su pequeña capilla blanca, levantada en honor a San Francisco de Paula. Ya en el extremo norte de la Quebrada, y a casi 3.000 metros de altura, se encuentra la localidad de Humahuaca. Su nombre deriva de la etnia de los omaguacas, una de las culturas originarias de esta zona jujeña cuyo jefe más recordado es Viltipoco, un cacique que resistió la invasión de los españoles hasta su propia muerte.
2. TAFÍ DEL VALLE. Considerada como uno de los íconos turísticos de Tucumán, esta localidad de 15.000 habitantes se ubica en el centro del hermoso Valle del Tafí que separa las alturas de las Sierras del Aconquija de las Cumbres Calchaquíes. La zona se caracteriza por su espectacular geografía verde y los innumerables caminos de ripio que serpentean por toda la zona y se pierden hasta llegar a rincones que resultan verdaderas postales. Una gran infraestructura hotelera y una amplia gama de opciones turísticas hacen de Tafí del Valle el lugar más popular para quienes visitan Tucumán. Entre otras opciones, se destaca la posibilidad de realizar cabalgatas, mountain bike o, incluso, practicar kayakismo en las aguas del dique La Angostura.
3. PARQUE NACIONAL EL REY. Ubicado a sólo 80 kilómetros de la ciudad de Salta, es un santuario de vida natural en medio de una geografía de bosques y selvas. Encerrado entre cordones serranos que rodean un valle de tupida vegetación, abarca una superficie de casi 45 mil hectáreas en la que conviven varios ecosistemas y cientos de especies animales, entre ellos el halcón peregrino y el mono caí, ambos amenazados de extinción y, por ello, especialmente protegidos por las autoridades del parque. Son muchos los rincones especialmente recomendados para la visita turística. Uno de ellos es la Laguna de los Patitos, el mayor de los espejos de agua que hay en el parque en donde suelen verse decenas de especies diferentes de aves, entre las que se destaca especialmente la chuña de patas rojas.
4. SALINAS GRANDES. En el límite mismo entre Jujuy y Salta, y a casi 3.500 metros de alturas, asombran por su inmensidad. Ocupan algo más de 200 kilómetros cuadrados de la región puneña y son consideradas por su extensión las terceras en todo el mundo, después de los descomunales salares de Uyuni y Arizaro. En su origen, estas salinas fueron una gran laguna de aguas saturadas de sales provenientes de la actividad volcánica de las cumbres próximas. Sin embargo, por efecto de la evaporación, la laguna terminó transformándose en el actual salar, un inmenso mar seco que posee una capa salina que en algunas áreas tiene un espesor superior a los 50 centímetros.
5. QUEBRADA DE LAS CONCHAS. A poca distancia de la ciudad salteña de Cafayate, es un valle cerrado en cuyos rincones se levantan extrañas formaciones rocosas cuyos contornos han dado lugar a denominaciones forjadas por la imaginación popular. Bautizados con nombres como el Sapo, la Garganta del Diablo, el Anfiteatro o el Fraile, estos lugares son producto del trabajo erosivo de vientos o aguas durante cientos de miles de años. Sin dudas, la mejor forma de recorrerla es a través de la Ruta Nacional 68 que zigzaguea durante muchos kilómetros entre sus diferentes formaciones, gran parte de ellas señalizadas con carteles a la orilla del camino.