"Grandes planicies blancas formadas hace millones de años sobre cuencas endorreicas. Estas enormes depresiones fluviales alimentadas por el agua de deshielo y lluvias, no poseen salida al mar". De eso se trata un salar, según la definición que aportan
los expertos. Y en la Argentina existen varios paisajes con esas características, ideales para disfrutar de su magia. Aquí, un recorrido por cuatro atractivos de este tipo.
Salar de Antofalla (Catamarca). Ubicado a unos 3.900 metros de altura en el departamento de Antofagasta de la Sierra, tiene una extensión superior a los 400 kilómetros, algo que lo convierte en uno de los más largos del mundo. Sólo se puede acceder a través de una excursión en 4x4, en la que los viajeros transitarán por quebradas y ríos hasta llegar a la inmensidad del salar.
En plena Puna argentina, tiene la fama de ser uno de los sitios más inhóspitos. Ocurre que casi no hay vegetación, ni agua, en gran parte de la superficie. Está rodeado por montañas, el Volcán de Antofalla, el Cerro de la Aguada y el cerro Botijuela. Uno de los mayores atractivos del salar son tres lagunas interconectadas. Se las conoce como "Ojos del Campo" y sus aguas presentan distintos colores (una es rojiza, otra azul y la otra negra), lo que genera una postal surrealista.
Salinas Grandes (Salta y Jujuy). A 3.450 metros de altura, son el cuarto salar más grande de Sudamérica. Por cuestiones climatológicas y visuales como recurso turístico son más atractivas del lado jujeño, ya que están "más blancas", según dicen los expertos. En un comienzo, los traslados de sal se realizaban en llamas, posteriormente en burros, y actualmente en camionetas y camiones, dependiendo el fin.
Su origen es volcánico de hace alrededor de 10 millones de años, cuando chocaron las placas tectónicas del continente con el Pacífico. Allí se elevaron las montañas, formando una cuenca endorreica. Al erupcionar los volcanes toda el agua mineralizada, aguas saladas y rocas derretidas bajaron como ríos, quedando atrapadas en la cuenca endorreica. De a poco, en el período cuaternario, se evaporaron y dieron forma a las salinas.
Las Salinas Grandes tienen la particularidad que son atravesadas por la Ruta Nacional 52, que comunica a la Argentina con Chile a través del Paso de Jama. Un dato para tener en cuenta: como toda región puneña tiene amplitud térmica.
Salinas del Bebedero (San Luis). A unos 42 kilómetros de la capital provincial, son alrededor de 6.500 hectáreas enmarcadas por varias fallas geológicas y su explotación minera se remonta a 1900. No son muy conocidas en el ámbito turístico, pese a que se las puede recorrer en una o dos horas. En invierno lucen todo su esplendor, alcanzando a cubrir cinco kilómetros de ancho y otros 15 de largo, con un metro de sal acumulado sobre la superficie.
Su explotación minera comenzó en el siglo XX, cuando la laguna del Bebedero empezó a disecarse, y en la actualidad alimenta una importante industria. Se puede observar al norte una planta de procesamiento de grandes dimensiones. Dicha industria es una de las más modernas del país. Para tener en cuenta: al regresar de las salinas por la Ruta Provincial 15, y tras cruzar la Ruta Nacional 7, se puede acceder a la localidad de Balde, que cuenta con un complejo turístico de aguas termales a 42 ° C.
Salinas del Gualicho (Río Negro). Quienes visiten Las Grutas o San Antonio Oeste, pueden recorrer este atractivo imponente, que se encuentra a unos 50 kilómetros de la villa balnearia. Según cuentan los lugareños, se trata de un sitio rodeado de leyendas de fantasmas y dioses tehuelches. Tanto, que el nombre Gualicho refiere al dios Ulungasum de esa tribu; dicen que tiene rasgos irritables y sólo con ofrendas se lo puede atenuar. Incluso, de acuerdo con las creencias indígenas, habita en un sector del salar.
Estas salinas son las más grandes del país y las terceras en importancia industrial de Sudamérica. Están asentadas sobre una de las mayores depresiones del planeta con 72 metros bajo el nivel del mar, y contiene una pista de aterrizaje de emergencia para los trasbordadores de la NASA delimitada hace más de 20 años.