Paisajes o paraísos, uno no sabe lo que contempla cuando llega la temporada estival en estas latitudes. La provincia propone recorrer sus paisajes mediante caminatas o cabalgatas por valles y quebradas hasta miradores de cóndores andinos. Todas las propuestas.
Las Peñas, Agua Blanca, Pinchas, Chuquis, Aminga, Anillaco, Los Molinos, Anjullón, San Pedro y Santa Vera Cruz suman un microclima natural único en la costa provincial cuyo nombre responde a los pueblos que van bordeando las estribaciones del Velasco, insignia montañosa que inicia en la capital riojana y continua por Ruta Nacional 75 recorriendo Sanagasta y Catro Barros, por unos 130 kilómetros.
Estos pueblos lucen orgullosos sus antiguas plantaciones de nogales, olivos y vid. La inmensidad del Velasco adquiere un especial encanto cuando el sol ilumina sus azulados relieves y la sinuosa ruta 75, sumidos en un absoluto silencio, se inspira el más puro aire en un contexto natural que induce a realizar cabalgatas, trekking de montaña y pesca de truchas en los arroyos de las quebradas.
Aquí es donde los rayos del sol comienzan a darle vida a las uvas que serán materia prima del vino de autor o de la copa del elixir boutique cuando nazca otro Febrero Riojano en Fincas y Bodega de Aminga, donde aún se recuerda a Don Rosendo, aquel agricultor dedicado a producir en antaño el vino casero, y que dio inicio a la letra en la zamba que cobijo en su cancionero popular el recordado Jorge Cafrune.
En el límite con Chile, Laguna Brava es un paraíso escondido en la cordillera de los Andes. Ubicada a 450 kilómetros al oeste de la capital, es una reserva natural creada para preservar a las comunidades de vicuñas y guanacos que estaban al borde de la desaparición. Con una extensión de 5.000 hectáreas, lleva este nombre por ser la mayor laguna de toda la región, con una superficie de 17 kilómetros de largo por cuatro de ancho.
El paso internacional Pircas Negras, el pueblo de Vinchina y la quebrada de La Troya forman parte de este itinerario de ensueño. La travesía se realiza con un baqueano que oficia de guía. Las lomadas policromáticas, la presencia de guanacos y vicuñas, y la laguna ovalada, custodiada por altos picos, como el Veladero y el Piscis, arman una postal inmóvil.
La caravana inicia en Vinchina bajo la coordinación del cuerpo de Guías de Cooperativa Laguna Brava, especialmente equipados para que la travesía sea la mejor y mayor elección en suelo riojano. Cualquier tipo de vehículo puede ascender, respetando las consignas de quienes conocen. El viaje que recorre quebrada de la Troya tiene condimentos esenciales en distintas paradas que forman parte del viaje y que permite descubrir petroglifos, geoformas y una flora y fauna bellísima propia de la zona de montaña.
Otra de las inmensidades vírgenes que acuna la provincia, una de las más reconocidas a nivel internacional, es el cañón de Talampaya. Allí, la acción del tiempo y del viento han tallado figuras de piedra que resplandecen bajo el sol que asoma casi los 365 días del año, o bajo la luna llena que ilumina el cielo de plata, cinco veces al mes. Esta novedosa manera de conocer el parque permite escapar del ardor del desierto y fotografiar La Catedral, una de las paradas del circuito, con sus agujas góticas teñida de los colores de la noche. La excursión dura casi tres horas, y comienza en el acceso principal.
Para completar este periplo activo, no hay que evadir la Cuesta de Miranda a 2020 msnm, un trazado serpenteante de 12 kilómetros y 800 vueltas que desafía al mareo. El paseo avanza en paralelo a las sierras del Velasco, y obsequia una vista grandiosa de Chilecito.
Dueña de un paisaje imponente, que cautiva y sorprende por su colorido y majestuosidad, esta cuesta –cuya obra vial se ve renovada convirtiéndose en la más grandilocuente a nivel nacional (ver recuadro)- es poseedora de formaciones como “El Zaguán” en el paraje “Las Trancas”. Desde este sitio se puede emprender una caminata por el bellísimo lecho del río, atravesando dos quebradas con piletas naturales colmadas de agua cristalina aptas para el baño, y cascadas de gran atractivo.
El “broche de oro” a este recorrido está dado por el paso por Chilecito, a 33 kilómetros al sur de Famatina, para visitar el famoso cable carril La Mejicana. Las nueve estaciones de esta obra, que data de 1905, se esparcen por un recorrido de 35 kilómetros que impresiona. El magnífico paisaje que surca y la mina abandonada se han convertido en un particular destino turístico. Por estos días, el cable carril está en desuso y sus estaciones están en pie pero son de difícil acceso. De todos modos, se ofrecen excursiones que salen desde Chilecito o desde el vecino pueblo de Famatina para seguir el tendido del cable, a pie, a caballo, en moto y en vehículos 4x4.
El atractivo del vértice sur riojano se condensa en Quebrada de los Cóndores, a sólo 150 kilómetros distante de la capital. Este sitio es uno de los pocos apostaderos de cóndores donde se puede sentir el vuelo casi sobre la cabeza, ya que el punto de avistaje está por encima de los dormideros. Un día de suerte regala 15 a 20 aves volando en simultáneo, en una danza sincronizada para los visitantes.
Quedó inaugurada la nueva obra vial en Cuesta Miranda
La apertura vehicular se concretó en el tramo que une Nonogasta y Villa Unión, entre los Km 520 y 539 de la Ruta 40. El turismo masivo que llega a la Cuenca del Bermejo para recorrer el Parque Nacional Talampaya podrá desandar la mítica carretera que une al país dejando al descubierto las bellezas naturales de cada región. En materia vial fue considerada la más importante y trascendente a nivel nacional, distinción que logró de la Asociación Argentina de Carreteras.
La obra con aspectos de ingeniería que la hacen única en el país, potenciará el flujo económico-productivo y de turistas que llegan habitualmente a la zona, mientras se eslabona con otras obras viales, como Las Padercitas – Dique Los Sauces, Huaco – Chilecito y el camino por el paso de Pircas Negras, que son parte de la política diseñada por el Gobierno de La Rioja para sentar las bases del desarrollo por las que trabaja la provincia, permitiendo mejorar la competitividad y la rentabilidad de las producciones riojanas con vistas a las exportaciones al Asia Pacífico; al igual que su consiguiente incremento del turismo receptivo a la zona.
A nivel productivo regional, la obra es trascendental ya que posibilitará reducir considerablemente las distancias hacia distintos puntos del Corredor del Bermejo, además de agilizar el mercado con Chile y la zona del Pacífico con su consecuente impacto económico.