Concordia propone algo así como un multiple choice del tiempo libre. Así, por ejemplo, para el turista agobiado de la gran ciudad ofrecerá la paz reparadora de un río. Al viajero que busca paisajes intensos, este destino entrerriano lo
guiará por una selva exuberante. Al visitante inquieto por descubrir el funcionamiento de grandes obras, lo llevará a una represa de potencia avasallante. Y al buscador de leyendas, lo orientará hacia el recorrido hecho por el autor de El Principito… Aquel que desde su pequeño planeta postuló para siempre: “Lo esencial es invisible a los ojos”.
Con sus paisajes, su naturaleza y la hospitalidad de sus habitantes, Concordia tiene la virtud de hacer que el turista se conecte con ese sentimiento esencial. Ubicada a 440 kilómetros de Buenos Aires, esta ciudad de la provincia de Entre Ríos se encuentra en la orilla derecha del río Uruguay.
De hecho, este curso de agua es el que genera los planes ofrecidos como un enorme menú para el tiempo libre de los viajeros. Y se trata de una propuesta vigente durante todo el año en Concordia. El río Uruguay la hace, entonces, ideal para la práctica de la pesca deportiva. Su costanera es el espacio ideal para conectarse con ese río sin alejarse de la ciudad.
En ese río, también, asoma el Parque San Carlos, el mismo que conserva la selva mesopotámica de la que se habla al comienzo de esta nota. Son 70 hectáreas espléndidas las que tiene este gran pulmón verde ubicado a sólo cinco minutos del centro de Concordia. Con estatus de Reserva Natural, el parque también dibuja lomadas, montes casi vírgenes y una vista hacia el río Uruguay que muestra las maravillosas islas de piedra del llamado Salto Chico.
Ese paisaje está coronado por un castillo construido en 1888 y hoy restaurado. Allá por 1929, el conjunto del paisaje con esa construcción hizo que cuando aterrizó con su avión, el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry quedase tan impactado con lo que vio. Tanto, que más tarde escribiría en Tierra de Hombres, uno de sus libros, lo que sintió en ese momento: “Había aterrizado en un campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas; fue en un campo cerca de Concordia, en la Argentina”.
Desde las profundidades de la tierra entrerriana surge pura y potente el agua termal de condiciones ideales para aplicaciones terapéuticas y recreativas. Y Concordia es la puerta de entrada para este atractivo en modo spa. En esta ciudad hay tres complejos termales que combinan bosques naturales, circuitos hídricos, piscinas de relax y un parque acuático.
Y si hay un Salto Chico… Concordia tiene también un Salto Grande. Ahí es donde se levantó la represa binacional (argentino-uruguaya) del mismo nombre. Su enorme dique, sus turbinas y el resto de las instalaciones también se pueden recorrer en un tour al noreste entrerriano que completa su oferta con un centro comercial, la Peatonal del Bicentenario como paseo ineludible, servicios gastronómicos y hoteleros para todos los gustos y la posibilidad de visitar viejas y cálidas estancias abiertas al turismo rural.