A unos 400 kilómetros de la capital mendocina, Malargüe busca incentivar aún más el turismo rural, una de sus marcas registradas. En los últimos días, comenzó a exhibir grabados rupestres de 3.000 años de antigüedad en la zona de Agua Botada.
Las piezas fueron puestas a la vista de los viajeros cerca de un puesto ubicado sobre la Ruta 40. “Es un sitio de un gran valor arqueológico", dijo el director de Turismo local, Marcelo Rivarola.
Los visitantes, según explicó el funcionario, no sólo tendrán la posibilidad de ver los grabados rupestres. "También podrán compartir con la misma familia propietaria del lugar las experiencias, paseos y vivencias en este auténtico parador. Por ejemplo, disfrutar de la gastronomía típica, los trabajos de campo y observar cómo es la crianza de chivitos al pie de la Cordillera de los Andes", describió.
Por su parte, el arqueólogo Hugo Tucker, profesional a cargo de los estudios del lugar, señaló que "el motivo de este atractivo es continuar avanzando con el proyecto de turismo rural". "El desarrollo del puesto no sólo está orientado al turismo vivencial de las actividades tradicionales, sino que incorpora la visita del sitio con grabados rupestres denominado Agua Botada. Esto conlleva una mayor responsabilidad en el manejo y gestión del patrimonio cultural", aseguró el especialista.
La intención es continuar con el proyecto de turismo rural, que ya genera mayores cuidados de los recursos patrimoniales, diversificación de las economías familiares y la posibilidad concreta de generar arraigo en los jóvenes que ven al turismo como alternativa de vivir y cuidar sus propios campos y puestos.
Desde la comuna de Malargüe, destacaron la importancia del compromiso demostrado por la familia del recordado ‘Chelo’ Moya, que preservó y cuidó el lugar para convertirlo en uno de los sitios más importantes con pinturas rupestres y de gran valor arqueológico en la zona sur de Mendoza, que será un nuevo atractivo turístico para la gran y variada oferta de Malargüe.
REABRIÓ LA CAVERNA DE LAS BRUJAS
Uno de los principales atractivos de este destino volvió a recibir turistas, después de haber permanecido cerrado durante 17 meses por la pandemia de coronavirus. Este símbolo se ubica ocho kilómetros hacia el norte de la ruta Nº 40, en la localidad de Bardas Blancas, a 65 kilómetros al sur de Malargüe.
Sus salas subterráneas en las que las estalactitas y estalagmitas adquieren las más diversas formas, dimensiones y colores, hacen de la Caverna una alternativa de turismo de aventura diferente. La superficie comprende alrededor de 450 hectáreas y fue declarada reserva natural en 1990. En cuanto a la altitud, la entrada de la cueva está localizada a 1.800 metros sobre el nivel del mar.