Rechinan los hierros como una sinfonía de rieles, mientras la vieja máquina de vapor se aleja de la estación. Borroneada por el humo de su chimenea, lleva consigo la magia de la nostalgia. Conocido como La Trochita por operar sobre una trocha
angosta de apenas 75 centímetros de separación, el Viejo Expreso Patagónico es un atractivo icónico de Chubut. Su nombre está ligado a la ciudad de Esquel, una de sus históricas cabeceras.
La historia oficial de La Trochita comenzó en 1945, cuando se puso en marcha el recorrido del viejo expreso para cubrir de manera regular el tramo entre Esquel y la ciudad rionegrina de Ingeniero Jacobacci, desde donde empalmaba luego con el Tren Patagónico que aún hoy enlaza San Carlos de Bariloche y Viedma. Sin embargo, el paso del tiempo y las crisis económicas fueron reduciendo el servicio hasta convertirlo actualmente en una atracción turística que cumple con dos cortos recorridos de salidas programadas, el primero uniendo Esquel con la localidad de Nahuel Pan y el segundo enlazando El Maitén con el Desvío Bruno Thomae.
Su trocha angosta y el tipo de máquinas que utiliza el tren para arrastrar los pequeños vagones operan como hipnótico imán para los turistas que se acercan hasta Esquel para conocerlo y viajar en él. A bordo de sus carros de hierro y madera, los viejos rieles, los motores legendarios y el vapor de las chimeneas se confunden inevitablemente con la historia y las memorias que se remontan hasta 1921, cuando se decidió la adquisición de todo el material ferroviario para unir Colonia 16 de Octubre con Ing. Jacobacci y, además, extender el ramal hasta conectarlo con el de Puerto Madryn-Dolavon, cosa que nunca llegó a completarse.
En esa época, en el contexto recesivo que siguiera a la finalización de la I Guerra Mundial, la trocha angosta era apreciada como una forma conveniente para completar el tendido de la red ferroviaria patagónica de fomento estatal. Y fue así que nació la Red de Ferrocarriles Livianos de la Patagonia, que incluyó al Viejo Expreso Patagónico.
ENTRE LOCOMOTORAS Y VAGONES
Hoy en día, pese al inexorable paso de los años, el tren sigue siendo arrastrado por las viejas locomotoras Baldwin y Henschel que se trajeron desde Inglaterra y Alemania para movilizar a las formaciones. Ambas máquinas constituyen una reliquia viviente de las épocas de oro de la industria ferroviaria y funcionan a fuel oil, combustible que debe ser pulverizado e inyectado a la cámara de combustión con vapor.
Tras las máquinas, se suceden en el viaje los estrechos vagones de la formación, inevitablemente repletos de turistas en los trayectos que el tren hace desde Esquel y El Maitén. Estos vagones son de la fábrica belga Famillereux y cuentan con asientos en madera y una salamandra que suele funcionar en los inviernos, cuando la nieve suele dormirse sobre rieles y durmientes.
VUELVE LA FIESTA NACIONAL DEL TREN A VAPOR
Del 11 al 13 de febrero, la tradicional celebración se realizará en la localidad chubutense de El Maitén, luego de no haber organizado sus últimas ediciones por la pandemia de coronavirus. Turistas y pobladores de esa región patagónica volverán a difrutar de este evento que promete ser una fiesta total y de la que pronto "habrá más novedades" según comunicaron desde Turismo de la localidad andina de El Maitén a través de sus redes sociales.