El perfume y el color de los campos de lavanda impregnan, desde la primavera hasta el inicio del verano, la serranía de Ventania y convierten el viaje en una experiencia sensitiva indescriptible. Coronel Suárez tiene, en ese sentido, las condiciones
óptimas para el cultivo de esta planta aromática: días cálidos, noches frescas y tierras con buen drenaje. "No le gusta tener los pies en el agua", definen los especialistas.
Los recuerdos de la Colonia Atkinson, fragancia de lavanda que se comercializó durante los años '40 y '50, seguían activos en la memoria de Leony Staudt, que administra el campo familiar el Pantanoso. “De chica yo siempre había escuchado que cerca de Coronel Suárez estaba la plantación de lavandas de esta marca”, evoca. Esa nostalgia de la infancia, la impulsó para que a finales de los '80 junto a su marido ingeniero Bertrand Laxague iniciaran el proyecto Lavandas de las Sierras.
"Los primeros plantines los trajimos de Francia y del Vivero Andino Patagónico de Bariloche, cuyo gerente, Bruno Polastri, italiano y gran entusiasta, ya había trasladado desde Francia plantines de Lavanda Angustifolia y de Lavandines para propagar”, explica. Con el tiempo se sumaron otras aromáticas como Tomillo, Romero, Salvia Officinalis y Ajedrea, distribuidas sobre una superficie de 30 hectáreas.
La lavanda se destaca por sus propiedades relajantes, antisépticas, cicatrizantes, antidepresivas y, además, es una guerrera letal contra el insomnio. Se utiliza en perfumería y, desde hace un tiempo, la gastronomía comenzó a disfrutar del toque especial que le otorga a infusiones y preparaciones dulces.
Con ella se producen perfumes, ramos para decorar y ahuyentar tanto a las polillas como a los murciélagos; bolsitas para aromatizar la ropa; almohadillas para favorecer el sueño y también para combatir las contracturas. En el mundo culinario se elaboran helado con flor de la lavanda, budines, galletitas, miel e infusiones con té.
Con todos los sentidos
Lavandas de las Sierras, además de dedicarse a la producción de plantas, también ofrece servicios de turismo rural. El establecimiento abre las puertas de la Casa Escritorio para una escapada inolvidable en pareja o en familia.
“Durante la estadía se realiza una visita sin cargo a las plantaciones, donde explicamos el proceso de trabajo con los cultivos de lavanda y hierbas aromáticas. En la recorrida se pueden apreciar, sierras, valles, montes y arroyos, con vacas, terneros, y caballos que permiten palpar de cerca la vida de campo”, detalla Leony Staudt.
Se trata de una experiencia genuinamente rural que invita a conectar con el silencio, el descanso y la naturaleza del lugar: la electricidad funciona a motor a partir del atardecer y hasta alrededor de las 23 y no hay señal de WiFi.