Es verdad que un lugar que tiene 200 glaciares –muchos aún sin bautizar; que tiene al glaciar de los glaciares: el Perito Moreno -un campo de hielo de cinco kilómetros de frente, 30 de largo, 74 metros de alto/espesor que avanzan unos

700 metros por año- y que tiene una bellísima y elegante ciudad patagónica de deliciosa gastronomía regional y que es… La capital Nacional de los Glaciares.

Esto puede hacer que el viajero temperamental, al decidir viajar hacia ella, no piense en otra cosa que esos macizos milenarios de hielo en los que, además de trekking, se puede practicar navegación en kayak bordeando y desafiando témpanos gigantes u observarlos con todo el confort y sofisticación desde la cálida cubierta de un crucero que navega por el Lago Argentino.

Pero no. El Cafalate ofrece un abanico de programas tan amplio como la Patagonia. A pocos pasos del centro de la ciudad, por caso, hay un bellísimo parque natural que se puede recorrer sin ningún costo y que acerca al turista toda, pero toda, la fauna y flora de la región sur del continente americano. Se trata del parque que bordea la laguna Nimez. Aunque no parezca, se convierte en una verdadera opción de turismo aventura.

Pero hay programas más osados (o más aventureros, digamos) ganando altura en los cerros Frías y Huyliche (ambos “escoltan” a El Calafate) con travesías en 4x4, mountain bike extremo, excursiones en camiones… Desde esas cimas, la vista es impactante. Cielo y meseta con ríos que fluyen hacia el horizonte tan lejos como los pensamientos.

Otra opción es la visita a los antiguos establecimientos de campo. Entre tranqueras, ovejas y monturas, uno se puede asomar a la vida de esas estancias que alguna vez fueron el centro de la actividad económica de la región con la esquila de lana, el arreo de ovejas, la doma de caballos, etc.

Y la cría de corderos…. Materia prima protagonista de la celebrada cocina santacruceña en particular y patagónica en general. De carne tierna y sabrosa, se degusta en deliciosos asados así como en opciones más gourmet, braseados con especias, o con lomitos envueltos en jamón crudo y trucha.

Pero hay muchos más sabores en los múltiples restaurantes que agregan pintoresquismo y atractivo a El Calafate. Platos a tener en cuenta: pepino baby con tartare de salmón y palta para una entrada. Raviolones de trucha con langostinos al grill y un bife de chorizo con provoleta al oreganato como platos principales y un cierre con helado de chocolate y frutos rojos cosechados en la zona. Y después de semejante bacanal…. Volver a las pasarelas de los glaciares, a poner la mente en blanco como las inmensas paredes de hielo milenario.