La obra del arquitecto e ingeniero italiano Francisco Salomone, desplegada en los pueblos de la Provincia entre 1936 y 1940, expresa el fomento al crecimiento y desarrollo en los municipios bonaerenses a través del impulso de la construcción

pública. Estos monumentos gigantes de hormigón hacen que turistas de nuestro país y de todo el mundo viajen especialmente para conocerlos y quedar cautivados.

El interés y la singularidad de sus proyectos, imposibles de encasillar desde el punto de vista estilístico, reside en la combinación de art decó, futurismo y funcionalismo a escala monumental; el hormigón armado, material innovador para la época, le permitió concretar sus formas y conquistar alturas con sus torres, en busca de valorizar el rol del estado en la comunidad. En todas sus obras se conjuga lo funcional con lo estructural, lo decorativo con lo simbólico.

De gran valor cultural para las comunidades en las que están inmersas, sus creaciones han sido declaradas ‘Patrimonio Cultural de la provincia de Buenos Aires’ en el año 2001, y muchas de ellas ‘Monumentos Históricos Nacionales’ y ‘Bienes de Interés Histórico y Artístico Nacionales’ en 2014.

LAS CARACTERÍSTICAS DE LA RUTA DE SALOMONE

Fascinación y curiosidad son algunas de las sensaciones que genera en el viajero sus monumentales obras en medio de la pampa: las cruces gigantes, el ángel de la muerte del cementerio de Azul, las torres que aún hoy superan en altura las de cualquier construcción pueblerina o la forma del cuchillo en que culminan, de manera simbólica, algunos de sus mataderos.

En el caso de los edificios municipales es llamativa la repetición de los elementos: la torre como símbolo de la presencia institucional con un reloj que quiere significar el orden a seguir, en un territorio que se caracterizó por otros usos temporales como los que marcan los ciclos de la agricultura y la ganadería. El uso del hormigón armado en estos palacios le permitió concretar avanzados esquemas arquitectónicos y estructurales, entre los que se destacan los balcones de distintas formas como los triangulares de Alberti o los semicirculares de Guaminí, que pueden ser considerados patrimonio del diseño estructural implementado.

La representación de la función de los mataderos y su demostración explícita -mediante la palabra 'matadero'- otorga a una tipología no tan difundida, una fuerte definición al comunicar externamente su programa. En algunos casos, la representación de las herramientas de 'faenamiento' llegó a ser tan literal como el contorno en forma de cuchillo del edificio del Matadero en Coronel Pringles, que cumple con el objetivo de dar una idea de lo que sucede en su interior, mientras que en el de Azul esta situación es todavía más evidente ya que su torre es una representación del cuchillo del matarife.

Luego de muchos años, su legado está siendo reconsiderado, valorizado y citado por parte de la prensa especializada, estudios de arquitectura, urbanismo e ingeniería, y los municipios bonaerenses invitan con distintas propuestas a conocer estas obras monumentales en los destinos turísticos de la Provincia.

En algunos casos, como por ejemplo en Azul, Laprida y Saldungaray, municipio de Tornquist, funcionan Centros de Interpretación de la obra de Salamone, donde se puede apreciar la importancia del trabajo llevado adelante por el “arquitecto de las pampas” a través de textos y fotografías, en paneles, información multimedia, folletería y visitas guiadas.