En la diversidad de los paisajes argentinos habitan especies animales representativas de diferentes ecosistemas, como la Mariposa Bandera Argentina, que vive en la costa rioplatense, y la Lagartija de las Dunas, que anida en los médanos de las playas del

Atlántico. Las reservas naturales El Destino y Faro Querandí son el ámbito donde esas especies asoman junto con otras para dar forma a un escenario único de belleza y asombro.

UN ESPACIO CON RÍOS, BOSQUES Y MARIPOSAS

El Destino se encuentra dentro del Parque Costero del Sur -declarado Reserva de Biósfera por la UNESCO-, que se extiende entre los distritos bonaerenses de Magdalena y Punta Indio. Allí se conserva el ambiente original conformado por playas, pajonales inundables, pastizales y el bosque nativo de tala, que tiene el rol de mantener la biodiversidad de fauna y flora.

El tala está vinculado con otro tipo de plantas y arbustos: sombra de toro, molle, sauco, ombú y coronillo, cuyo fruto es el alimento elegido por la oruga que luego se transformará en la Mariposa Bandera Argentina. Quienes visiten el lugar podrán observar diferentes especies de animales. ¿Cuáles? Gato montés, vizcacha, mulitas, peludos, zorrinos, hurones, zorros, carpincho, escuerzos y ranas.

Los aficionados al avistaje de aves se encontrarán con cardenales de copete colorado, palomas yerutí, torcaza, pirincho, chinchero, leñatero, naranjero, zorzal, garzas, y Martín pescador.

En este ecosistema ribereño, la mariposa se desplaza con su vuelo lento y ondulante de mediana altura, sus planeos cadenciosos y bruscos aleteos, y capta la atención de los turistas por su gran tamaño: mide 110 milímetros (mm) en el caso de las hembras, y 90, en el de los machos. “Se destacan por su carácter gregario, ya que se alimentan juntas hasta los últimos estadios. Son como pompones grandes que contrastan con la gran copa verde oscura de los coronillos. Además, el arbusto les sirve de refugio porque son una forma de buscar mayor protección frente a los predadores”, explican desde la reserva El Destino.

Este espacio es ideal para disfrutar de la naturaleza, ya que a través de los senderos, de la cartelería informativa y de la señalética las personas podrán realizar un recorrido autoguiado para experimentar la vida silvestre ribereña.

LOS MÉDANOS Y SU FAUNA

En el partido de Villa Gesell se encuentra la Reserva Natural Municipal Faro Querandí, cuya superficie total de 5.757 hectáreas tiene como función preservar la biodiversidad y el ecosistema de dunas costeras. “Acá se encuentran los últimos 24 kilómetros que quedaron en estado natural en la provincia de Buenos Aires, si tomamos en cuenta que desde Punta Rasa hasta Mar Chiquita había 180 kilómetros de dunas”, señala Abel Escobar, guardaparque de Faro Querandí.

En 1996 la zona fue declarada como reserva para proteger la fauna, flora y dos servicios ecosistémicos fundamentales: la reposición de arena que carga las playas de la ciudad y el agua potable. En el primer proceso, las corrientes marinas depositan los granos de arena en la orilla del mar, el sol los seca y cuando el viento sopla desde el océano hacia el continente, los va acumulando en las dunas.

En este ambiente de médanos y mar crecen especies vegetales medicinales y comestibles como plantas de marcela, yerba de la perdiz, dondiego de la noche, brusquilla y lengua de vaca. También es hábitat de aves, anfibios, mamíferos y reptiles, entre ellas la Lagartija de las Dunas, "animal que tiene un comportamiento similar al de una tortuga marina pero vive en el continente". "Durante el verano deposita siete huevos dentro de un pozo, luego el sol se encarga de que estas crías puedan nacer, al calentar la arena como si fuera una incubadora”, detalla el guardaparques.

La piel de este reptil se mimetiza a la perfección con el color de las dunas para poder escapar de sus predadores naturales. Sin embargo, no sucede lo mismo frente a una moto, un cuatriciclo o una camioneta. Por esta razón, los guardaparques piden a quienes circulan por la reserva que lo hagan solo por la zona media.

Los viernes a las 17:00 se realiza una visita guiada por el sendero de baja intensidad con una duración de casi una hora. Los guardaparques acompañan la guiada por diferentes tipos de dunas: vivas, que se mueven de un lado hacia otro por la acción del viento; semifijas, en ellas hay vegetación que detiene el avance de la arena, y las fijas, que se localizan hacia el interior del continente donde también hay vados interdunales. Además se hacen relatos explicativos a partir de las huellas de animales que aparecen sobre los médanos.