El pensamiento automático suele conectar las Salinas Grandes con el norte del país. Sin embargo, hay otro atractivo de características similares en Córdoba. A unos 180 kilómetros de la capital provincial está la Reserva de Usos Múltiples Salinas

Grandes, un espacio compartido con La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero. Y uno de los atractivos turísticos menos explotados del país.

Quien se acerque hasta allí encontrará un paraíso que lo dejará sin palabras. Claro, este desierto blanco genera asombro en el viajero. De hecho, los atardeceres impresionan, porque el sol destella una bruma de colores que garantiza un momento mágico. Si las nubes se ausentan, las noches están pintadas de un sinfín de estrellas. La luna llena, en tanto, puede regalarle al turista una noche inolvidable.

El valor de las Salinas Grandes cordobesas no sólo reside en ser una fuente de explotación turística, sino también una maravilla natural: en medio del salar inmenso, surge una cuenca riquísima de flora y fauna autóctona. En este espacio se desarrolla el centro de investigación científica “Refugio de Vida Silvestre Monte de las Barrancas”. Se trata de una especie de estrecha y alargada isla verde rodeada del desierto salino, que preserva la vida de especies autóctonas en peligro de extinción. Tiene una superficie de 7.656 hectáreas y es visitada por científicos y amantes de la vida silvestre, atraídos por la increíble fauna del lugar.

Este es uno de los hábitats naturales del puma, el gato montés de las salinas, el guanaco, el quirquincho, la liebre criolla y el conejo de los palos. Al mismo tiempo, es refugio de gran cantidad de aves, entre ellas el águila coronada, el halcón aplomado, la monjita de las salinas y el aguilucho. Las mismas surcan en libertad los cielos del lugar, mientras que otras, como el ñandú, recorren los senderos terrestres en busca de alimento.

La vegetación está conformada por algarrobos, quebrachos, chañares y cardones, bajo los cuales desarrollan su vida las tortugas de tierra, las lampalaguas y las yarará chicas. El refugio alberga ejemplares de especies en franco retroceso numérico en Córdoba. Así como en invierno es imperdible caminar por el suelo salitroso de la reserva, en verano la extensión se llena de agua, con cientos de flamencos que pasean por el lugar.

CÓMO SE PUEDE LLEGAR

Desde la capital cordobesa, se accede en dirección norte a la Ruta Nacional 9. Luego de atravesar unos 18 kilómetros la localidad de Jesus María, se debe tomar el ramal de la Ruta 60, en dirección a Catamarca. Luego de pasar Dean Funes, a unos 40 kilómetros de Quilino, se encuentra el acceso a San José de las Salinas. Algo muy importantes a tener en cuenta: no se recomienda acercarse al Salar en auto. El suelo es fértil y hay posibilidades de enterrar las ruedas del vehículo.